El fondo de las cosas.
Al despertar, Auri supo que faltaban siete días. Sí, estaba segura. Él iría a visitarla al séptimo día.
Mucho tiempo ha ya desde aquel maravilloso tiempo hace varios años en el cual tuve el place de leer dos libros fascisnantes: El nombre del viento y El temor de un hombre sabio. Desde entonces espero impaciente el momento en el que Patrick Rothfuss pulse ese gigantesco botón rojo que debe tener en su escritorio para enviar a su editor Las puertas de piedra, tercera y última parte de su Crónica del asesino de reyes.
No obstante, como a todos los genios, a Rothfuss le rondaban multitud de cosas por su cabeza y, entre ellas, la que nos ocupa, una historia para esas personas dañadas que estamos ahí fuera y por la cual Rothfuss pide perdón en repetidas ocasiones en el prólogo y en el epílogo.
Desde luego, no es para menos. Si fuese Rothfuss hubiese pedido disculpas mil veces más. No porque La música del silencio, el spin-off protagonizado por Auri, sea un mal libro, sino porque se trata de algo absolutamente sui generis que a muchísima gente no le agradará. Si no has leído los anteriores libros de la saga, este libro no es para ti. Si los has leído y quieres leer más de la historia de Kvothe, esta historia no es para ti. Incluso si te llama la atención el personaje de Auri no es para ti. Este es un libro para el reducido grupo de personas que es capaz de disfrutar de historias bellamente narradas a pesar de que estas no cuenten nada. Es un concepto muy barroco que Patrick nos ilustra en unas notas al final en las cuales habla sobre una conversación que tuvo sobre este libro:
El problema es que esas sesenta páginas que tenía inicialmente Rothfuss se convirtieron finalmente en unas 140 páginas... 140 páginas de silencio, de ausencia de diálogo y trama. ¡Y gracias a Dios! Los que, como yo, disfrutéis de esta obra lo vais a hacer por lo extraña (y placentera, dicho sea de paso) que resulta su lectura, en la cual descubriremos un poco más sin descubrir nada sobre Auri, un muchacha a la que podríamos tildar de loca por sus acciones. El "duendecillo lunar" se dedica durante 140 páginas a buscar el sitio perfecto para cada cosa, a encontrar objetos (basura) fascinantes en su Subrealidad y a prepararse para la llegada de "él", un personaje desconocido que todos podemos intuir quién es...
En esta obra, todo cobra vida sin tenerla. Los objetos que Auri encuentra y con los cuales interactúa, se mueven y tienen sentimientos, pese a ser inertes e inmóviles. Así, encontramos partes francamente divertidas en las que el hueso se recostó casi indecentemente cerca de las bayas de acebo.
Entonces, ¿qué valoración hago de este libro? A mí me ha gustado mucho, pero, como tantas otras personas también dirán, no puedo recomendarlo. Estoy convencido que, por una persona que comparta mi opinión, cinco se sentirán decepcionadas por lo nuevo de Patrick Rothfuss. Esta historia es para todas las personas un poco dañadas que hay ahí fuera.