Este año (periodo 2013-2014) se celebra el año dual España-Japón, que conmemora los 400 años de relaciones diplomáticas entre ambos países. Con motivo de esta efeméride, se realizarán actividades en distintas ciudades de España y Japón para vivir y disfrutar la cultura del otro país y potenciar los lazos comunes de ambos países.
Pero... ¿Cómo llegó a España un japonés hace 400 años? ¿Cuáles fueron las reacciones de este señor japonés al ver por primera vez la península ibérica y conocer a sus gentes? Y lo que es más: ¿por qué un samurái acabó llamándose Felipe Francisco? Acompañadme otra vez por estas historias de Japón (esta vez en territorio hispano) y descubramos la figura de Hasekura Tsunenaga, un samurái católico en la Sevilla del siglo XVII.
Pero... ¿Cómo llegó a España un japonés hace 400 años? ¿Cuáles fueron las reacciones de este señor japonés al ver por primera vez la península ibérica y conocer a sus gentes? Y lo que es más: ¿por qué un samurái acabó llamándose Felipe Francisco? Acompañadme otra vez por estas historias de Japón (esta vez en territorio hispano) y descubramos la figura de Hasekura Tsunenaga, un samurái católico en la Sevilla del siglo XVII.
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5 de octubre de 1614, Coria del río (Sevilla, España). Un navío procedente del más lejano imperio oriental arriba en suelo español. De él baja una cara conocida: el español Luis Sotelo. Y junto a él, un hombre de ojos rasgados y extrañas vestimentas, embajador oficial de Japón al que se le había encomendado la misión de entablar relaciones diplomáticas con el Imperio español: Hasekura Rokuemon Tsunenaga.
Años antes de eso, Japón ya había establecido relaciones con otros países, especialmente con el Vaticano, debido a la labor de los jesuitas, los cuales llevaban una década evangelizando el territorio nipón.
Y de hecho, fue en 1609 cuando llegó el primer acuerdo comercial entre españoles y japoneses, ¡y todo debido a un naufragio! En 1609, el galeón San Francisco partió desde Manila (Filipinas, territorio español) hasta el virreinato de Nueva España (actual Estados Unidos, México y países de Centroamérica). Sin emabargo ese barco nunca llegó a su destino y acabó naufragando en unas costas cercanas a Tokyo. El capitán del barco, Rodrigo de Vivero (también gobernador de Filipinas), aprovechó esta visita no intencionada para conocer al gran shogun que gobernaba Japón en aquella época: Tokugawa Ieyasu, el cual accedió a reparar el galeón y mandó construir unos astilleros para todos los barcos españoles procedientes de Filipinas que quisiesen atracar en las costas niponas.
Sin embargo, quedaba cerrar el acuerdo, aclarando qué ofrecía España al shogún Tokugawa Ieyasu a cambio, y por ello decidió mandar una expedición.
Fray Luis Sotelo, un fraile oriundo de Sevilla que se encontraba en aquellos entonces en Japón fue enviado a Nueva España a negociar en nombre del shogun con el virrey español: un señor llamado don Luis de Velasco. De este acuerdo (1611) salió el primer embajador de España en Japón, Sebastián Vizcaíno.
De todo esto destaca que si fue Vizcaíno y no cualquier otro el que se fue de embajador a Japón es, ni más ni menos, que porque Luis de Velasco lo odiaba y repudiaba por mentiroso y desleal. (Cosas de la corte, vaya. Los españoles habíamos mandado a la crème de la crème.)
El señor Vizcaíno fue todo un desastre. Fue movido a Japón solo por el oro y la plata, su barco acabó destrozado, como diplomático era rudo, soez e irrespetuoso y volvió a España con las arcas vacías. Y si pudo volver a Nueva España fue gracias a que al señor feudal Date Masamune puso su empeño y su dinero en ello.
Sin embargo, el verdadero propósito de Date Masamune no era ese, si no el de organizar una expedición (convencido por el franciscano Luis Sotelo) que fuese desde Japón a Nueva España y de nueva España a la España peninsular y al Vaticano, para solicitar el establecimiento de relaciones comerciales y el envío de misioneros (y Luis Sotelo puso mucho empeño en que fuesen franciscanos) a Japón.
Así, en 1613, hace 400 años, se puso en marcha la embajada Keichô a Europa. En el galeón que zarpó de las costas japonesas nos encontramos a 22 samuráis, 120 comerciantes, al padre Sotelo, a Sebastián Vizcaíno y al capitán, el samurái Hasekura Tsunenaga.
En tres meses, llegaron a Acapulco (México). Allí se quedó parte de la tripulación por orden de Hasekura, con la esperanza de tenerlos ahí en su viaje de vuelta a Japón. Tras ello fueron a las islas caribeñas, donde dejaron a otros tantos de la expedición. Fueron realmente muy pocos los que prosiguieron la aventura hacia Europa.
Así, el 10 de junio de 1614, partió de La Habana (Cuba, entonces territorio español), otro nuevo galeón (galeón San José), únicamente tripulado por aquellos que Hasekura había elegido personalmente. Dicha tripulación alcanzó el puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda en octubre de 1614.
Carrozas, caballeros, nobles, flamencas... Ese panorama fue el recibimiento que brindamos los españoles de la época a Hasekura Tsunenaga. Y ese fue el séquito que le acompañó hasta Sevilla, a donde llegaron 20 días más tardes.
Los españoles, al ver a esos señores con "cuchillas" (=katanas) quedaron desconcertados al ver tan curiosas armas. Se cuenta también, a modo de chascarrillo, que Hasekura Tsunenaga, enamorado por Sevilla, ofreció a la ciudad de Sevilla su propia katana a modo de ofrenda. Y la katana acabó de una forma muy española.... Robada en cuando Tsunenaga se fue de la ciudad.
Mientras tanto, Vizcaíno (que se había quedado en tierras americanas) mandó malas referencias sobre Tsunenaga al rey Felipe III, ofendido por el hecho de haberse quedado en tierra y no haber acompañado al séquito samurái a España.
El 30 de enero de 1615, se le entrega al rey la carta de papel dorado traducida al castellano por Luis Sotelo. El rey escuchó a Hasekura. El samurái reclamaba la protección de la corona a las relaciones comerciales hispanojaponesas, el envío de más misioneros a Japón y un permiso especial para que él mismo pudiese bautizarse.
Tras mucho pensarlo (debido a la influencia de las malas referencias de Vizcaíno sobre Tsunenaga), al final Felipe III accedió a que Hasekura Tsunenaga se bautizase para que así, pudiese reunirse con el papa Pablo V, en el Vaticano. Así, el 27 de febrero, Hasekura Tsunenaga fue bautizado como Felipe Francisco Hasekura (nombres en honor tanto al rey como a los franciscanos).
El séquito de nuestro Felipe Francisco recorrió toda la península... Pasó por Córdoba, Toledo, Madrid, Zaragoza, Lleida, Barcelona, etc.
Shogun Tokugawa Ieyasu |
Y de hecho, fue en 1609 cuando llegó el primer acuerdo comercial entre españoles y japoneses, ¡y todo debido a un naufragio! En 1609, el galeón San Francisco partió desde Manila (Filipinas, territorio español) hasta el virreinato de Nueva España (actual Estados Unidos, México y países de Centroamérica). Sin emabargo ese barco nunca llegó a su destino y acabó naufragando en unas costas cercanas a Tokyo. El capitán del barco, Rodrigo de Vivero (también gobernador de Filipinas), aprovechó esta visita no intencionada para conocer al gran shogun que gobernaba Japón en aquella época: Tokugawa Ieyasu, el cual accedió a reparar el galeón y mandó construir unos astilleros para todos los barcos españoles procedientes de Filipinas que quisiesen atracar en las costas niponas.
Sin embargo, quedaba cerrar el acuerdo, aclarando qué ofrecía España al shogún Tokugawa Ieyasu a cambio, y por ello decidió mandar una expedición.
Sebastián Vizcaíno |
De todo esto destaca que si fue Vizcaíno y no cualquier otro el que se fue de embajador a Japón es, ni más ni menos, que porque Luis de Velasco lo odiaba y repudiaba por mentiroso y desleal. (Cosas de la corte, vaya. Los españoles habíamos mandado a la crème de la crème.)
El señor Vizcaíno fue todo un desastre. Fue movido a Japón solo por el oro y la plata, su barco acabó destrozado, como diplomático era rudo, soez e irrespetuoso y volvió a España con las arcas vacías. Y si pudo volver a Nueva España fue gracias a que al señor feudal Date Masamune puso su empeño y su dinero en ello.
Sin embargo, el verdadero propósito de Date Masamune no era ese, si no el de organizar una expedición (convencido por el franciscano Luis Sotelo) que fuese desde Japón a Nueva España y de nueva España a la España peninsular y al Vaticano, para solicitar el establecimiento de relaciones comerciales y el envío de misioneros (y Luis Sotelo puso mucho empeño en que fuesen franciscanos) a Japón.
Hasekura Tsunenaga |
Así, en 1613, hace 400 años, se puso en marcha la embajada Keichô a Europa. En el galeón que zarpó de las costas japonesas nos encontramos a 22 samuráis, 120 comerciantes, al padre Sotelo, a Sebastián Vizcaíno y al capitán, el samurái Hasekura Tsunenaga.
En tres meses, llegaron a Acapulco (México). Allí se quedó parte de la tripulación por orden de Hasekura, con la esperanza de tenerlos ahí en su viaje de vuelta a Japón. Tras ello fueron a las islas caribeñas, donde dejaron a otros tantos de la expedición. Fueron realmente muy pocos los que prosiguieron la aventura hacia Europa.
Así, el 10 de junio de 1614, partió de La Habana (Cuba, entonces territorio español), otro nuevo galeón (galeón San José), únicamente tripulado por aquellos que Hasekura había elegido personalmente. Dicha tripulación alcanzó el puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda en octubre de 1614.
Carrozas, caballeros, nobles, flamencas... Ese panorama fue el recibimiento que brindamos los españoles de la época a Hasekura Tsunenaga. Y ese fue el séquito que le acompañó hasta Sevilla, a donde llegaron 20 días más tardes.
Felipe III de España, el Piadoso |
Mientras tanto, Vizcaíno (que se había quedado en tierras americanas) mandó malas referencias sobre Tsunenaga al rey Felipe III, ofendido por el hecho de haberse quedado en tierra y no haber acompañado al séquito samurái a España.
El 30 de enero de 1615, se le entrega al rey la carta de papel dorado traducida al castellano por Luis Sotelo. El rey escuchó a Hasekura. El samurái reclamaba la protección de la corona a las relaciones comerciales hispanojaponesas, el envío de más misioneros a Japón y un permiso especial para que él mismo pudiese bautizarse.
Tras mucho pensarlo (debido a la influencia de las malas referencias de Vizcaíno sobre Tsunenaga), al final Felipe III accedió a que Hasekura Tsunenaga se bautizase para que así, pudiese reunirse con el papa Pablo V, en el Vaticano. Así, el 27 de febrero, Hasekura Tsunenaga fue bautizado como Felipe Francisco Hasekura (nombres en honor tanto al rey como a los franciscanos).
El séquito de nuestro Felipe Francisco recorrió toda la península... Pasó por Córdoba, Toledo, Madrid, Zaragoza, Lleida, Barcelona, etc.
Los samuráis continuaron su viaje por Francia. Y así nos encontramos una nota cómoda: un samurái en Saint-Tropez intentando comer con palillos (era la primera comida fuera de una corte de nobles, por lo tanto, no estaban "obligados" a comer con cubiertos). Y esto fascinó a propios y extraños.
Papa Pablo V |
En 1615, finalmente, Hasekura Tsunenaga llegó al Vaticano, donde el papa Pablo V le otorgó el título de ciudadano romano. Sin embargo, el papa rechazó todas las demás peticiones del samurái, pues habían llegado a sus oídos noticias terribles desde Japón: Tokugawa Ieyasu había promulgado un edicto ordenando la expulsión de todos los misioneros en Japón, y había empezado la persecución de la fe cristiana en Japón.
Felipe III, por su parte, también rechazó atender sus demás peticiones, debido a esas mismas noticias que llegaban desde Japón.
Así, el 4 de julio de 1617 partió de regreso a Japón la embarcación de Hasekura Tsunenaga, con las manos vacías por no haber conseguido ninguno de los objetivos del viaje, más allá de la bonita experiencia de haber visitado Occidente.
Se sabe que tras este viaje, Hasekura Tsunenaga cayó enfermo, pero se desconoce si su muerte fue por esa enfermedad, si le mataron por ser cristiano o si fue obligado a hacerse el seppuku o suicidio ritual. En cualquier caso, Tsunenaga murió totalmente deshonrado.
No obstante, años después, se reconoció la labor de Hasekura Tsunenaga y se devolvió el honor a la familia. Y sobre esto, por cierto, hay que decir que Hasekura Tsunetaka, descendiente en decimotercera generación de nuestro protagonista de hoy, va a visitar este año Coria del río, con motivo del año dual España-Japón.
Estatua de Hasekura Tsunenaga en Coria del Río |
4 despropósitos :
La verdad es que me ha gustado bastante e incluso creo que esta historia la utilizaron para hacer una película de animación llamada Gisaku.
Lo que me repatea de todo esto es que sólo sean 3 ciudades y todas me pillen lejos ò-ó
Así que nada tengo dos opciones o me fastidio o viajo, y no sé hasta qué punto podré realizar esto último.
En fin, gracias por la info y buena entrada =)
Excelente entrada. Me encanta como acabó la Katana de Tsunenaga, muy typical spanish, si...xDDD
Me encanta *__* Me ha gustado muchísimo :D
Había escuchado sobre el tema vagamente, pero nada concreto (aunque en su momento me pareció raro que en la universidad de mi ciudad se realizase un curso de Haikku, seguramente sería por esto xD)
Pues ojalá hubiera tenido éxito la expedición de Tsunenaga, y no se hubiera quedado en aguas borrajas, seguramente ambos países se podrían haber aportado bastante :3 y de seguro habría tenido consecuencias históricas que podrían haber influido en transcurso del tiempo. Me pregunto como habría sido... ummmmmmmmmmmmmmmm
Si yo hubiera sido Felipe III no habría dejado pasar esta oportunidad -__- Es una pena u.u
Por otro lado lo de la Katana clama al cielo xDD anda que... xD
Interesantisimo! Sigue así :D
@Luar Sí, esta historia ha dado para varias pelis (que no he visto) xD
Sí, te comprendo, tampoco me pillan cerca a mí. T-T Una pena.
@Blue Satan La chusma se lo llevó en cuanto Hasekura se dio la vuelta xDDDD
@Mefis Me alegro de que te haya gustado ^^ Pues sí que hubiese estado bien que hubiese triunfado más esta expedición, pero claro, fue culpa de la política japonesa, no de la española ni la vaticana :(
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