viernes, 21 de octubre de 2011

Perdona si te llamo amorfa. Capítulo 11

Capítulo 11: “El amor es amorfo”

Aquí comienza nuestra historia. Ésta es una historia de amor entre dos seres: Ataulfo Zatrústegi y Mariana Pérez. Él, tosco, inteligente cual Eduard Punset masturbándose, fuerte y robusto como la pata de un canario, medio calvo con una calva circular de monje y una nariz como la de Belén Esteban cuando la inchan de helio.


Ella, bella, de bigote espeso como la mirada de Chuck Norris, con unas pantorrillas con fuerza gravitacional propia cada una de ellas, ojos color mierda tras una semana de indigestión y pezones del tamaño de la cabeza de una cabra.


Bueno, el caso es que se amaban, o al menos, él a ella sí. Ataulfo un día consiguió invitarla a comer y ahí es donde nos detendremos hoy... Ataulfo se hallaba en su casa acicalándose. Preparose a conciencia: se duchó, se afeitó, se peinó, se cortó las uñas de los pies que ya tenía cual dos grandes navajas suizas... Cuenta la leyenda griega que en Persia se hallaba un nudo llamado gordiano y que, quien lo desatase podría conquistar oriente. Allá en los tiempos de Alejandro Magno, él lo intentó una y otra vez, hasta que se sacó la espada y se dirigió para cortar el nudo, pero una uña kilométrica se le adelantó, la de Ataulfo Zatrústegi. Sí, ya sé que eso no es los que cuentan los libros de historia pero, ¿a quién vais a creer? ¿A un historiador famoso o a mi, un desconocido que solo trata de contar una historia de amor amorfo?


Tras contar esto, creo que ya puedo ir a la chicha de la cuestión. Eran las 2, Ataulfo terminó de arreglarse y fue a llamar a Mariana Pérez. Iba vestido de traje y chaqueta, elegantemente. Llamó a la puerta y al otro lado de la puerta, impaciente por comer se hallaba Mariana Pérez, vestida con una camiseta de niño pequeño con la cara de Britney Spears, que en el orondo cuerpo de Mariana había digievolucionado para parecer una camiseta de Vicente Del Bosque.


Mariana, con los michelines por fuera abrió la puerta y salió de casa acompañado de Ataulfo Zatrústegi. Los primeros 5 minutos de trayecto andando fueron un gran y tenso silencio. Al fin, abrió la boca Ataulfo:

  • Mariana.. Te... Te... Te.... Te amo... Cuando te vi por primera vez, baboseando en el telepicha me enamoré de ti. No sé si será por tu belleza, por tu saber estar, porque me ahorraste tener que ducharme o porque tenían puesto en la radio “When a man loves a woman” en ese mismo instante, pero me enamoré de ti.

Mariana Pérez se encontraba absorta en su mundo intentandose quitar un trozo de comida de entre los dientes con un palillo.

  • El amor es amorfo.. El cielo está amorfoseado, ¿quién lo desenamorfoseará? El desenamorfoseador que lo desenamorfosee, buen desenamorfoador será. - sentenció Ataulfo Zatrústegi mientras miraba el firmamento... Cosa estúpida porque eran las 2:30 de la tarde.

Mariana Pérez entonces consiguió sacar aquello que tenía entre los dientes. Un cerdo entero y vivo. Mientras este gruñía, Mariana Pérez pegó un gran bocado al cerdo y fue entonces cuando éste empezó a sangrar. Su camiseta digievolucionada de Vicente del Bosque es tiñó de rojo y el suelo parecía el escenario de un asesinato en masa...

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