“Eco”
Quizás os parezca
un poco raro que un programa informático os cuente todo esto, pero
en seguida os acostumbraréis. Hay una profecía de Nostradamus que
dice así:
Desde Mónaco
hasta Sicilia,
Toda la playa se convierta en desolada:
No habrá barrio, ciudad ni villa,
Que por los Bárbaros pillada sea y robada.
Toda la playa se convierta en desolada:
No habrá barrio, ciudad ni villa,
Que por los Bárbaros pillada sea y robada.
Pues bien, el gran
genio que fue Michelle de Notre Dame acertó nuevamente. Ahora mismo
mi mente binaria está procesando la información para plasmarla en
este escrito y explicarle a usted, nueva forma de vida terrestre o
extraterrestre, cómo los humanos destruyeron todo cuanto amaban.
Oh, qué descortesía
la mía, se me olvidó presentarme: me llamo Eco, soy el robot
encargado de la torre AKB48, el último vestigio. Bien, parece que la
descarga de información desde el disco duro ha llegado a su fin.
Comenzaré a contarles brevemente el porque de este texto en 3, 2,
1...
21 de diciembre del
2022. Isla de Sicilia:
- La humanidad ha cavado su propia fosa a lo largo de los años. El exceso de uso de combustibles fósiles y el derroche energético al final nos han pasado factura. Las ciudades se han visto sumergidas debido al derretimiento de los polos y los humanos hemos tenido que emigrar a otras tierras. Pero lo peor es lo que viene ahora… Hemos calentado el mar y, por ende, el agua y el gas metano que alberga…
La tensión que se
palpaba en el ambiente hacía imposible hasta respirar a los
presentes, mientras el Dr. Richard Brown, un hombre enjuto,
esquelético y con la cara demacrada se pronunciaba con respecto a
sus recientes investigaciones.
- Nos hemos metido en un circulo vicioso… Dióxido de carbono, vapor de agua y gas metano: factores que provocan el efecto invernadero. Hemos calentado el planeta, pero llegará un momento en que esos gases emanen del mar, y entonces esos gases provocarán más efecto invernadero que a su vez…
La tensión era ya
insoportable… El más mínimo gesto sería capaz de provocar el
delirio apocalíptico de los presentes. Los representantes de todos y
cada uno de los países estaban estupefactos atendiendo expectantes a
la eminencia científica que les hablaba.
- La Tierra será como Venus. Una insignificante roca emanando gases que…
El pánico cundía
en la sala… Los miembros de las Naciones Unidas no sabían a qué
atenerse… Algunos de ellos se encontraban ya con una cara de horror
digna de la más terrorífica película.
- En definitiva – dijo entre gritos – ¡la vida tal y como la conocemos se esfumará!...
Tras respirar
brevemente y armarse de valor, prosiguió:
- La Tierra será un infierno constante con temperaturas de más de 400ºC. Señores, abierta está la caja de pandora. Hemos de pagar, seremos un árbol con sed que solo podrá beber lluvia ácida. La venganza de Gaia está aquí esperandonos.
Todos en silencio
pensaban lo mismo. ¿Cómo creerselo? El doctor lo decía con una
crudeza tan digna de asombro que a duras penas podía ser tomado con
sensatez.
Sin embargo, todo
era verdad. La codicia, el odio, y el ansia humanos habían acabado
con la vida de nuestro planeta… En medio del silencio, la voz del
otrora Premio Nobel de Física, Dr. Richard Brown, volvió a
articular palabra tras mesarse la barba:
- Mi propuesta es simple: una torre… 4700 metros construidos en lo que en su momento se llamó Antártico… Siendo optimista podrá estar terminada sobre el año 2070 y permanecería en la Tierra albergando ADN de todas las especies de la Tierra…
Todas, excepto una... ¡La humanidad!
De nuevo un silencio
tenso mezclado con la cara de incredulidad de todos los portavoces se
apoderó de la sala:
- El ADN no evolucionará ni ocurrirán cosas extrañas de película de ciencia ficción. La torre es simplemente para...
El señor Richard
Brown dio un leve suspiro y espetó:
- Responsabilizarnos por nuestros actos pasado. Nada más. Hemos sido unos criminales y lo hemos de pagar.
Algunos países
decidieron apoyar la idea. Otros muchos, los tomaron por locos. La
gran mayoría, directamente, no quiso saber nada.
11 de enero del
2024.
La fundación
LELOUCH instaurada para construir la torre comenzó a trabajar.
España, Inglaterra, México, Japón y otros 10 países más se
encontraban en ella, esperando órdenes del Dr. Brown. El tiempo
corría en su contra cual liebre corriendo contra tortuga.
15 de mayo del 2031.
Se anuncia en todos
los medios de comunicación una noticia alarmante. Detectados altos
niveles de gas metano en las costas de todo el mundo. Estaba claro
que la profecía de Richard Brown era una profecía autocumplida.
05 de febrero del
2052.
El Dr. Brown, que
debería estar ya jubilado, presentaba a alguien a la fundación
LELOUCH, que contaba ya con 20 países más... Ella era preciosa...
Metro ochenta, tez pálida como la nieve invernal, ojos brillantes de
un color verde intenso y un bellísimo pelo rubio. Se llamaba
Samantha Brown, hija del doctor, y, también, mi hermana. Tomaría
desde entonces el control de la misión “AKB48”.
12 de febrero de
2052.
Tan solo unos días
después de que Samantha tomase el control de esta misión, se me
presentó “en sociedad”... Un ordenador con conciencia propia
desarrollado entre el doctor y un grupo de desarrolladores americanos
y japoneses. Se trataba (y de hecho, ahora mismo, se trata) de un
cilindro con una cámara encima. Su única misión, guardar y
proteger el ADN que en días posteriores si iría introduciendo en su
interior.
- Su nombre en clave – decía frente a los científicos la hija del Dr. Brown – es 3XLFTW. Pero comúnmente se llamará "Eco".
- ¿Eco? - preguntaron al unísono los distintos miembros de la fundación encargada de la torre.
- Sí, Eco. Porque, al fin y al cabo, lo que contendrá (ese ADN) no serán más que ecos del pasado.
31 de diciembre de
2052.
No había fiesta que
valiese, la construcción de la torre era lo primordial. Ese mismo
día el departamento de arquitectos decidió dividir la torre en ocho
partes construidas de tal manera que si alguna recibía un impacto,
las otras permanecerían intactas.
21 de diciembre de
2053.
31 años de ardua
tarea se vieron truncados para mi padre por culpa de una señora
vestida de negro: la muerte. Mi padre, el Dr. Richard Brown falleció
entonces debido a un cáncer de pulmón. La construcción de la torre
le provocó muchísimo estrés y hacía 10 años que para calmar este
estrés no paraba de fumar. Hasta ese fatídico día 21 de diciembre.
El día en el que sucumbió ante la muerte. Por orden directa suya,
no se celebró entierro, pues había que continuar trabajando en la
torre. Tan solo una hora antes de que el diese su último suspiro y
la llama interna de su corazón se apagase, comenzó el
almacenamiento de ADN en mi interior. Tras saber esto, el Dr. Richard
Brown, que había estado en cama los últimos días de su vida,
sonrió y murió al instante... Murió sonriendo, con un brillo en
los ojos que destellaría a las mismísimas estrellas.
3 de julio del 2059.
Tiempo había pasado
ya desde la muerte de mi padre. No había día en el que no nos
acordasemos de él. La construcción seguía realizandose con
presteza. Ese día, unos multimillonarios acudieron a la torre a
hablar conmigo. Se trataba de un hombre gordo, repeinado y con un
tupido mostacho, una mujer fina, delicada y entrada en años; y un
niño rechoncho, cabizbajo y con la mirada perdida.
- ¿No les parece algo raro venir a hablar con un robot? - dije yo.
- Queremos que guarde el ADN de nuestro hijo.
- ¡NO! - interrumpió Samantha.
- Iba a negarme yo también, hermanita. - dije, con mi único tono de voz metálico de ordenador.
- ¿Cómo que no? - preguntaron los multimillonarios con una ira exacerbada.
- No es el deseo de mi padre que se guarde ADN humano. Esta torre no es más que una forma de pagar por nuestros actos a la madre tierra, a la Pacha Mama, a Gaia...
- Palabrerías... ¿Insinúas que el ADN de una mosca es más valioso que el de...
La hija del gran
doctor Richard Brown, mi hermana les señaló la puerta ipso facto,
sin esperar a que terminasen de hablar nuestros ricos visitantes.
11
de julio de 2059.
Un
par de días pasaron desde aquello, cuando Samantha se acercó a mi a
proponerme una idea.. Una idea sorprendente, pero a la que no pude
negarme. Mi corazoncito metafórico de engranajes no me lo permitió.
- Llevo 6 años ocultándolo, pero, cuando mi padre murió, no pude evitar extraerle ADN. Lo guardé desde entonces, Eco. No sé si sabes a dónde quiero llegar... - dijo ella con ese tono dulzón que tenía ella cada vez que hablaba conmigo.
Samantha
tenía en aquel momento entre sus blancas y cálidas manos una
pequeña probeta cerrada por un tapón de corcho.
- ¿Quieres que guarde su ADN, verdad hermanita? - dije yo con mi voz de siempre -¡Eso está hecho! Al menos quedará así un recuerdo suyo en este mundo.
- Protege esto por toda la eternidad... - dijo ella.
Aunque
tratase de no aparentarlo, se la veía triste por el recuerdo de su
padre, que seguía entre nosotros tras seis años tratando de ignorar
su muerte para proseguir con este proyecto. Para continuar trabajando
y pedir perdón por los actos del hombre a lo largo de las centurias.
11
de enero de 2068.
44
años de duro trabajo hicieron falta para que se terminase la
construcción de la torre en la que me encontraba yo, el ordenador
Eco... Tras los actos protocolarios, se fue todo el mundo. Samantha
estuvo un rato deambulando por la torre recordando todo lo acontecido
en esas paredes, hasta que finalmente se acercó a la puerta.
- ¿Ya te vas, verdad? - le pregunté a Samantha con tristeza verdadera pese a ser un mísero objeto artificial.
Samantha,
a quien los años habían tratado muy mal, causando estragos en su
bello rostro, respondió un escueto:
- Sí, Eco... Tienes que aguantar... Aguanta eternamente.
Eso
fue lo último que escuché de ella... Sus últimos sollozos me
conmocionaron y a la vez me dieron fuerza para realizar mi trabajo. Y
tras esas palabras, tan escuetas como significativas, se giró y se
fue. Desde la cámara veía como ella se alejaba hasta desaparecer de
mi vista.
Y
así, alzándose orgullosa y majestuosa, quedó aquella torre, por
siempre y siempre jamás... ¿Sería un bonito final para esta
historia, verdad? Siento decir, que no es así, aunque no sabeis
cuánto me gustaría poder decir que hasta aquí llegó mi historia.
2094.
He
perdido la noción del tiempo. No estoy seguro de la fecha a la que
estamos. Sé que el nivel del mar había subido mucho. Posiblemente,
no quedase ya ningún humano vivo... ¿Acaso acabaron todos
sepultados bajo las aguas?
Quedaba
claro que aquellos cuentos sobre la Atlántida, la ciudad sumergida
se estaba convirtiendo en una realidad... La verdadera Atlántida era
la humanidad entera.
2103.
El
mar comienza a hervir allá donde más se calienta, en el Ecuador...
Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera superan con
creces no solo a los de oxígeno sino también a los de nitrógeno,
el gas más abundante de la atmósfera. Unas horriblemente feas nubes
de color negro azabache rodean la torre.
2110.
Terremotos,
maremotos, seísmos, vulcanismo... Si existía el apocalípsis, debía
ser algo muy parecido a lo que ocurría en ese instante. Cinco de las
ocho partes en las que estaba dividida la torre habían sucumbido
debido a inclemencias meteorológicas.
Por
fortuna, la última planta, en la que me encuentro, estaba a salvo...
Al menos, de momento...
2123.
Con
las 3 partes de la torre restantes en pie, parece que la situación
dio un pequeño respiro. En este instante, sin saber fecha ni hora,
la aurora boreal deleitó mi vista mientras recordaba al doctor
Brown. ¿Estaría él orgulloso de mi allá donde esté?
2128.
Como
si la Tierra temblase de frío, tembló el unicontinente que se había
formado al secarse el mar. La torre comenzaba a desmoronarse...
Años
más tarde, definitivamente había perdido por completo la noción
del tiempo.
Observé
el ligero detalle de que como robot informatizado que era me podía
mover. Cuando me di cuenta de esto, pensé en lo idiota que había
sido al no darme cuenta de ello. Entonces, decidí moverme y reparar
lo poco que quedaba de torre. Mi sistema informático empezaba a
fallar debido a que la temperatura no se mantenía constante. ¿El
causante? Un enorme boquete que hacía que la temperatura interior de
la torre se elevara a los 350ºC aproximadamente.
Pero
un movimiento que hice fue fatal... La torre acabó por desmoronarse
completamente como un castillo de naipes.
- Papi... No sé si me podrás perdonar algún día. Soy Eco. Eco, tu hijo. El encargado de cuidar de la Tierra. El clima insostenible de este infierno y la escasa ventilación hacen que se nuble mi mente informatizada.
Ese pensamiento se
repetía en mi cabeza una y otra vez mientras yo me sostenía como
podía entre los escombros de la torre.
Comenzó a llover...
Esa odiosa lluvia ácida que me corroía completamente. En ese
momento, se aparecieron ante mi los dos: mi padre y mi hermana.
¿Fantasmas? ¿Era esto un error informático?
- Papá, hermanita, lo siento. No he podido hacer nada... Lo siento.
No sé por qué...
No sé qué ocurrió, pero me pareció escuchar unas palabras entre
la brisa cargada de dióxido de carbono: "No pasa nada, lo
hiciste bien".
Y así ocurrió
todo, la civilización humana, la humanidad, los animales, las
plantas, los árboles... Todo había acabado sepultado. Todo por
culpa del egoísmo, las guerras, el maltrato a la naturaleza, la
contaminación y otros tantos errores humanos. ¡Qué razón tenía
el Jefe Indio Noah Seattle cuando dijo aquello de que "Cuando
los hombres escupen al suelo, se escupen a sí mismos"!
- Bien, creo conveniente que antes de que se apague lo poco que queda de mí, debo escribir lo acontecido a la humanidad... - me dije mientras imprimía un texto...Quizás os parezca un poco raro que un programa informático os cuente todo esto, pero enseguida os acostumbrareis. Hay una profecía de Nostradamus que dice así:
2 despropósitos :
Me ha encantado, está muy bien escrita, la historia es impresionante... Yo le hubiera dado el primer premio, es muy original :D Me gustaría haber leído la versión "extendida" xD
@Kimara_FBW , la versión extendida ya no está, simplemente quedó reducida a esto
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